jueves, 31 de julio de 2008

Bono y su Page, ganan la batalla a los visigodos

Bienvenido Mr. Marshall, a esta tierra de esperpentos, donde "Tanto monte, monta tanto" y donde hasta la "pesadumbre" de Garcilaso fue re-calificada por Cervantes.
Lo que en en estas fechas, pero dos años atrás, para algún telediario nacional merecía titularse como "ganan los visigodos", en el verano del 2008 nadie se atreve a repasar la historia y descubrir como "ayudado por su fiel escudero, bajo el ciego sol, la sed y la fatiga, por la terrible estepa castellana (que no por la mancha manchega), beneficiando a media docena de los suyos, –polvo, sudor y hierro–, el Cid cabalga". Si "Cid" viene del árabe sayyid y significa "señor", Bono vino de Albacete a inventar Castilla-La Mancha y le llamamos "Dios", por bonificar lo que toca y alterar su precio en el mercado.
Si Colón pasó a la historia por pacificar a los indios y santificar a los que quedaron vivos, Alfonso VI por imponer su cruz a esos moros bárbaros que hicieron de Toledo el centro mundial de la ciencia y crear el falso mito de convivencia entre las tres culturas, Bono y sus amigos serán recordados como los "bárbaros" que convirtieron la ciudad que dio origen a la actual España, en un suburbio y ciudad dormitorio de Madrid, en el paraíso de los especuladores del ladrillo y el reino de taifas de la política y la justicia, donde todo vale y nadie se atreve a pronunciar el nombre de "Dios", en sentido figurado, por supuesto, puesto que todo el mundo sabe la filosofía monoteísta e imperial de esta ciudad y de cómo hasta El Greco dibujaba la catedral -donde le daba la gana- precisamente para llevar la contraria a los caciques de entonces, parientes lejanos de los de ahora.
Toledo, ciudad cuyo "derecho a la información" está gestionado desde las grandes inmobiliarias que han hecho de Burgos, Guadalajara, Madrid, Marbella... y ahora Toledo, las "ciudades de progreso" que todos conocemos.
El pasado sábado celebrábamos los dos años desde que el presidente Barreda se hizo aquella foto con Zapatero en Moncloa, cuando nos comunicaron que la explosión urbanística de Vega Baja se paralizaba, ante el cabreo de Emiliano García-Page, entonces vicepresidente segundo, que se enteraba "por la prensa", nunca mejor dicho, en una rueda de prensa.
Emiliano García-Page que desde su llegada al Ayuntamiento como "concejal más joven de España" tenía el objetivo, bajo las órdenes del "todopoderoso" Bono, de urbanizar hasta el último rincón que la historia nos brindó y cambiar "prestigio" por "progreso", "Tajo" por "teja", "paisaje" por "paisanaje" y "vega" por "boga", que para algo Bono y Page, capitán y marinero, se confesaban tres o cuatro veces al día, eso si, con la inestimable colaboración del alcalde y aliado, Agustín Conde.
El señor Bono, siempre resentido con la capitalidad de una región inventada y que en la intimidad se refería a ella como "el estigma de Castilla-La Mancha", intentó el asalto con Juan Pedro Hernández Moltó, que anunciaba que lo primero que haría como Alcalde sería "acabar con el toledanismo". Lástima que la poca valentía del actual presidente de Caja Castilla-La Mancha, le hiciera abandonar tras investirse como líder de la oposición el 20 de febrero de 2003.
Alguien se imagina como hubiera sido Toledo con Moltó de alcalde, con Vega Baja II y Circo Romano en propiedad de la CCM, o "empresas de albacete" de cuyo nombre no queremos acordarnos.
Pero para ese caso de emergencia, allí estaba Emiliano García-Page, conocedor de los compromisos, servidumbres y protecciones de las vegas de Toledo, puesto que como concejal de la oposición tuvo muy cerca a Joaquín Sánchez Garrido, quien formalmente recibió de UNESCO en 1986 el encargo de proteger todo lo que hoy está en claro riesgo. Como Consejero de Obras públicas "recalificó" por tanto con pleno conocimiento, para Agustín Conde y para poder servirse a día de hoy, todas y cada una de las áreas que estaban vetadas para uso residencial, industrial, hotelero, etc... Como en alguna ocasión nos ha expresado, "aquellos dibujitos de UNESCO" no pueden impedir el "progreso", de nuevo la palabra favorita de un "progresista" que quiere "tocar un poco más el cielo", según palabras pronunciadas en las últimas fechas.
El par de abogados, bajo el influjo y asesoría suponemos de Aquilino Polaino, Agustín Conde y Emiliano García-Page, a esto se referiría el primero al hablar de comorbilidad (situación de padecer dos o más enfermedades al mismo tiempo), tramaron uno a uno distintos cambios nominales. Primero sería el Plan Especial del Conjunto Histórico (dentro y fuera de murallas), tal y como ha llegado a nuestros días las protecciones derivadas de la declaración por decreto del 9 de marzo de 1940, que pasaría a llamarse "Plan Especial del Casco Histórico", según las palabras de Agustín Conde, que conservamos grabadas, "para invalidar toda protección de murallas para afuera", incoherente con la propia ordenanza del PECHT.
Pero Emiliano García-Page tenía que cumplir, por obediencia debida, su parte del trato y consumar el "pelotazo" de Vega Baja II, recordamos que de la empresa municipal primero, Vega Baja y de la reconvertida como mixta, Toletum Visigodo, sique quedando una "panda de accionistas privados" llamada Cartera Nueva Santa Teresa (CCM, Caja Rural e Iberdrola). Izquierda Unida pedía a principios del mes de septiembre de 2006 una investigación, ya que resultaba escandaloso que se hubieran vendido parcelas privadas del primer sector tan sólo 48 horas antes de que se anunciara la paralización del proyecto urbanístico de "Vega Baja I".
Siguiendo con este "pelotazo" sobre zonas "protegidas" desde el plano paisajístico, arqueológico e histórico, llegó el momento en que el Ministerio de Defensa se comprometía a devolver a Toledo Vega Baja II para un fin cultural, primero brindado desde el Gobierno central y anunciado por José María Barreda, ante el Rey y el Ministro de Cultura, en la gala de premios de la Real Fundación de Toledo, donde el Presidente regional recibiría la medalla de oro por detener la primera parte de la urbanización presuntamente ilegal. Era entonces cuando nos enterábamos que el Alcalde se había reunido "en secreto" con Defensa para proponerles un trato. En lugar de regalarnos estos terrenos "protegidos" podían venderlos para darle un uso "más ciudadano", instalar un Corte Inglés y hacer casas a beneficio de esos pobres huérfanos de la banca y las eléctricas, bonificados históricamente por el todopoderoso.
A Emiliano García-Page le quedaba un fleco aún, y tirando de sus dotes imperiales, contagiadas al haber estado durante tanto tiempo "sirviendo" a la derecha de Dios, por primera vez en toda la era democrática impedía a un colectivo ciudadano y a su representante, a la Plataforma X Toledo, la intervención en un pleno municipal histórico, el del 31 de enero de 2008, donde entre otras cuestiones se pretendía aprobar sin tan siquiera debate, la "irregular segregación" de Vega Baja II en Santa Teresa I y II, confiriendo un uso urbanístico a un área parte del conjunto histórico declarado.
De manera previa a este pleno municipal, existía un acuerdo explícito entre los tres grupos políticos representados y sólo unas declaraciones previas de la Plataforma X Toledo hicieron cambiar el sentido del voto de Izquierda Unida, que en la anterior legislatura se oponía y que ahora parece considerar "un mal menor" el beneficio particular de estos señores.
Es por eso que cuando el pasado 26 de julio, dos años exactos después de que Barreda detuviera el proceso urbanístico de la Vega Baja toledana, nos encontrábamos como portada de un medio local el titular, "El Corte Inglés acepta ubicarse en Santa Teresa junto a la iglesia de San Ildefonso", o sea en Vega Baja, sabíamos que Bono y sus secuaces habían ganado la batalla a los visigodos y a los romanos, el nuevo imperio ya está aquí, ante el silencio de los medios de comunicación, de las autoridades y del poder judicial.

sábado, 5 de julio de 2008

Desaparecen los Arqueólogos

No quiero adelantarme a las noticias que en los próximos días surgirán sobre Toledo y que demostrarán que no todo es Vega Baja, o dicho de otro modo, que no por "haberse salvado" (todo está por ver) una pequeña parte de un yacimiento único en el mundo Toledo ha dejado de estar en peligro.
Mucho me he empeñado personalmente en los últimos ocho años en demostrar que los arqueólogos son unos pobres profesionales despreciados por los "cultos gobiernos", progresistas o conservadores.
La ley de patrimonio actual garantiza al Estado que no tendrá que gastar un duro en recuperar patrimonio, pues los interesados constructores le harán el expediente y le cubrirán las espaldas, así podrá dedicar la práctica totalidad de su presupuesto a embellecer el "patrimonio privado" de la Iglesia Católica.
Pero en la ciudad de Toledo, una de las de más monumentos por metro cuadrado del mundo, a los poderes les incomoda que algo importante aparezca y enturbie su "política de compensación regional". Toledo no tiene derecho a un solo parque arqueológico, cuando en la superficie urbana podríamos mencionar más de cuatro de importancia internacional.
Es por eso que cuando en 2004 se constituyó la Asociación Profesional de Arqueólogos de la Provincia de Toledo, los profesionales pretendían tener voz sin que eso les privara del derecho a comer todos los días.
Fue el 29 de septiembre de 2005, cuando conseguí, tras meses de insistencia, que un miembro de esta asociación se pronunciara sobre la importancia del yacimiento de Vega Baja y la barbaridad que se iba a cometer. Estas palabras le sirvieron para ser amenazado con acciones legales de la empresa municipal que pretendía construir sobre una zona protegida por UNESCO y el Gobierno de España.
Si durante años he denunciado con mi palabra los intentos de extorsión de distintas administraciones para impedir un ejercicio científico independiente, el pasado 25 de junio se consumaba la disolución de esta asociación profesional, de forma oficial por "falta de actividad" y por los datos y pruebas que obran en mi poder, como consecuencia de un proceso de acoso y derribo instigado desde las administraciones que deberían haberse posicionado como "garantes del patrimonio".
Ya en 1899, la Sociedad Arqueológica de Toledo, sociedad privada que intentó sacar a la luz los restos del circo romano, se topó con la Comisión Provincial de Monumentos, que vio en estas actividades una intromisión en funciones que no le eran propias, puesto que el poder tiende a utilizar la cultura y el patrimonio en su propio beneficio pero no como obligación en el marco de sus funciones y competencias.
Los intentos personales para que estos profesionales se unieran frente a los poderes y defendieran con honestidad sus conocimientos han sido del todo infructuosos. Esta nueva profesión que estaba naciendo, la de arqueólogo, ha sido sistemáticamente criminalizada "por hacer demasiado bien su trabajo", según algún alto cargo.
Estos profesionales han sumado su miedo a la posibilidad de no trabajar, pues dependen de contratas adjudicadas a dedo por quienes "no quieren más descubrimientos" y de empresas que les contratarán en base a lo favorables que sean sus dictámenes e informes para los que necesitan que no aparezca nada de valor en sus obras.
Estamos ante otro día triste para la arqueología y para el patrimonio español, al tiempo que se confirman mis sospechas acumuladas durante estos años de denuncia.
Es tiempo de colegiar la arqueológía y de renovar la obsoleta y dañina ley que tanto beneficia a los privados y tanto perjudica al patrimonio.