lunes, 19 de marzo de 2007

Realidad oculta

A raíz de otro tipo de batallas y otro tipo de molinos, son muchos los minusválidos, personas de movilidad reducida o incapacidad permanente, pobres aspirantes o seres que para distintos gobiernos no tienen derecho a vivir, que se han dirigido a mi persona para hacerme saber que están dolidos con la ley de dependencia, con la política social o con las múltiples ayudas que reciben los que por ser víctimas "de lujo" de esta sociedad o aparentarlo muy bien, acaparan toda la atención "mediática" de los que manejan esto de "lo social".

Estamos hartos de oír hablar siempre en campaña de mileuristas, viudas o jubilados, ayudas para jóvenes, mejoras para los que cobran 600 euros o viajes infinitos para los mayores de 65 años, cautivos en cada cita electoral.

Yo soy de los que piensan, o mejor dicho constato, que no solo no existe el llamado "estado del bienestar", sino que España es uno de los países con mayor número de pobres y que un porcentaje muy importante de los ciudadanos tienen muy pocas posibilidades. Los políticos suelen hacerse con frecuencia fotos solidarias con los que lideran organizaciones contra la pobreza del tercer mundo, pero qué poco les importa la pobreza en este que llaman el primer mundo. Hay minusválidos de primera, a los que se les integra, se les ayuda a tener casa y coche, se les desgrava permanentemente y se les utiliza como ejemplo de integración en una sociedad benefactora. Hay otros por el contrario a los que el Estado y en su defecto las comunidades autónomas desprecian y que no les dejan tan siquiera cruzar el umbral de la pobreza que ellos mismos marcan y les garantizan una miseria absoluta desde lo público. Este colectivo ha pasado por centros especiales de empleo para que algún empresario modélico se infle a cobrar subvenciones y han justificado el papel de las administraciones con mil y un cursos de capacitación que no les ha permitido acceder a una vida digna. Con sus ridículos 300 euros de pensión no podrían ni vivir bajo techo, ni alimentarse, ni valerse por si mismos, éstos sí que son "grandes dependientes" o "DEPENDIENTES" con mayúsculas, pero viven de prestado o de casualidades, mientras sus representantes no hacen nada para acabar con sus miserias.

Puede darse la paradoja de que un cuidador de una persona con dependencia cobre mucho más por cuidar al indivíduo en cuestión que la suma de los recursos totales de la persona cuidada.

Estamos en tiempos que queda muy bonito lo del "Compromiso Social Corporativo", pero de poca eficiencia y eficacia social, por lo que todo queda en un "marketing" o "propaganda" social para justificar gasto de dinero y/o desgravar, también puede utilizarse para blanquear dinero B.

Antes las ayudas eran para los que no tenían recursos y ahora hay que demostrar que tienes recursos para que te den ayudas. Una pareja de funcionarios con dos sueldos necesita ser ayudada para pagar una multimillonaria hipoteca, pero familias que dependen de un salario mínimo o aún peor, de una pensión mínima de 300 euros no la necesitan, según las administraciones "competentes".

Nos gusta decir que somos europeos, ¿en cuantos países de Europa la pensión mínima no es equivalente al salario mínimo?, ¿acaso las ayudas por hijo en Europa son de 3.000 pesetas al mes?, ¿estamos seguros de que en España un niño de familia sin recursos puede obtener una enseñanza aceptable?

Volviendo a la cuestión social, no hablaré mal de las políticas de izquierdas, pues la derecha es culpable de otros tantos males, pero recordando a un ex-presidente que todavía no he conseguido saber si su ideología es de izquierdas o de derechas, José Bono, recuerdo sus promesas de personalización de puestos de trabajo para minusválidos, para que no tuvieran que competir en igualdad de condiciones, al reconocer que un minusválido tiene peculiaridades suficientes que no le han permitido acceder al mercado de trabajo y mucho menos a la función pública. Constatados los incumplimientos hemos podido apreciar que la política social está dirigida a dar más al que más tiene y al "muerto de hambre" ni agua (frase recogida en multitud de conversaciones con nuestros políticos).

Estamos hablando de cuotas entre hombres y mujeres que difícilmente garantizan la igualdad y nos olvidamos de garantizar los derechos básicos recogidos en diferentes cartas (panfletos) sobre los derechos humanos. Los que han sido tratados por la vida de manera diferente no pueden competir con los que son "más iguales" y nuestros representantes no mueven un dedo por integrarlos y darlos la dignidad suficiente.

Es terrible que el Estado apañe con trescientos euros a los que no pueden valerse, pero destine el equivalente a cinco millones de las antiguas pesetas por preso y año. Mientras unos no tienen lo básico a otros se les prometen viajes y equiparación con las clases más altas.

Un año más los que vivimos en la desigualdad permanente nos escandalizamos con noticias sobre leyes igualitarias o promesas para dotar de medios a grandes "asociaciones" de minusválidos que lavan conciencias y presupuestos mientras con una hipocresía multicolor nuestros representantes miran para otro lado a la hora de realizar políticas sociales.

También podríamos hablar, pero sería aburrido y largo, de las recomendaciones que la ONU lleva haciendo 26 años para que los gobiernos apliquen política social a los medios de comunicación, garantizando el derecho a la información de todos los ciudadanos y de como las leyes audiovisuales que ahora mismo se tramitan no recogen.

Sólo queda saber si la ausencia de sensibilidad política hará que este colectivo se asocie, se politice o directamente se militarice, antes de que todos juntos se tengan que ir a vivir debajo de un puente y enterarse con el periódico que les sirvan a la hora del desayuno, que tendrán viajes gratis por Europa y cenas/mítines en algún hotel concertado en esta próxima campaña electoral.

Nos seguimos preguntando si nuestros políticos saben que existimos por algo más que por la prensa.

Justo López (activista de minorías y minusválido de las mayorías)