viernes, 19 de octubre de 2007

En el día en que comprendí que todo era mentira

Un dolor intenso en la sien y luego en las mil palabras recibidas. Palpitaciones, ansiedad, y tras una acumulación incontrolada de energía, una razonable sensación de control y aprovechamiento energético, eficiencia o simplemente inspiración por contacto con las entidades que nos rodean.

Lo único cierto es que de todo se aprende y hay que estar agradecido a todos los bien nacidos y a los que lo hicieron de culo, porque con sus acciones, obras y omisiones, con sus imperfecciones, con sus miserias y sus lecciones constituyen y construyen todo lo que nos rodea.

El ser humano, un ser primitivo y muy poco aprovechado es algo así como el experimento de un creador con un software de inteligencia artificial programado para equivocarse. La especie humana es un tumor natural pero que puede servir como banco de pruebas y somos nosotros mismos los que tenemos que evolucionar. La evolución no la regalan con la cesta de navidad, con la entrada para el fútbol, ni con la suscripción al canal plus, para que podamos crecer y evolucionar tenemos que demostrarnos a nosotros mismos que somos de utilidad pública. La naturaleza somos nosotros y nosotros mismos nos seleccionaremos en función de lo útilies que seamos a la humanidad, que también somos nosotros. Somos el Patrimonio de la Humanidad, el primer Bien de Interés Cultural (BIC), pero algunos son simples bolígrafos.

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